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¡Soy mujer y puedo hacerlo!



Recientemente Google fue noticia, cuando una carta interna de un ingeniero se hiciera pública. Según este ingeniero, «hombres y mujeres son biológicamente diferentes de muchas maneras», ellas no están «capacitadas para hacer el mismo trabajo que los hombres» en una compañía tecnológica ni para ocupar posiciones de liderazgo, porque dan importancia a «los sentimientos y la estética en lugar de las ideas. Danielle Brown (presidenta de diversidad e integración de Google) envío una nota a sus empleados expresando: «ese no es el punto de vista de la compañía».


Google apenas tiene mujeres en puestos de responsabilidad y está siendo investigada en los Estados Unidos por la denuncia de que a las mujeres les pagan un 30 % menos en el salario, ocupando el mismo puesto que los hombres.

El ingeniero tiene razón: hay diferencias biológicas. Contrario a su pensamiento discriminatorio, estas diferencias otorgan a las mujeres, privilegios. Estas diferencias biológicas han recibido influencias psicosociales de la crianza y la sociedad, permitiendo el desarrollo de la mujer.

Desde la concepción (que ocurre en el vientre de una mujer): en el hombre todas sus células son masculinas por el cromosoma Y, siendo XY y en la mujer es XX. A nivel hormonal, en la mujer el estrógeno, la progesterona y la oxitocina propician conductas femeninas. En el hombre predominan la testosterona, la vasopresina y una hormona llamada SIM (Sustancia de Inhibición Mülleriana). En el sexo, la mujer, el antes y después del acto sexual es importante, en el hombre, el momento de la penetración y el orgasmo. Al unirse ambos se disfrutan plenamente. La mujer exterioriza sus sentimientos, se comunica más que el hombre. Las mujeres son más propensas a la depresión y les afecta el estrés más que el hombre, por neurotransmisores como: serotonina y otras hormonas. Aunque los trastornos mentales son más comunes en hombres. El cerebro masculino tiende a ser más grande que el femenino, pero los científicos no han encontrado ninguna diferencia en los niveles de inteligencia.

Es positivo que existan estas y otras diferencias, pues la participación femenina cada vez más en un mundo tan masculino, permite al mismo ser más equitativo, práctico y funcional. Las diferencias femeninas se complementan con las masculinas.

Si las grandes compañías establecieran que el 50 % de sus empleados fueran mujeres, de igual paga que los hombres, esto permitiría una objetividad en la toma de decisiones, serían acciones justas y socialmente realistas, pues responderían a las necesidades de la humanidad.

Las mujeres podemos. Somos inteligentes, somos organizadas, intuitivas y humanas. La sociedad será más equilibrada cuando se nos dé más oportunidad de trabajar en lo que nosotras entendamos y con gran orgullo podamos afirmar:

¡Soy mujer y puedo hacerlo!

Acerca de la autora:


La Dra. Rose Nina es médico psiquiatra, psicogeriatra con un PhD en neurociencias clínica y experimental. Puertorriqueña que reside en República Dominicana, colaboradora de Mujeres ante la Adversidad. Si deseas escribirle puedes hacerlo mediante su correo electrónico roseninaestrella@gmail.com


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